Otros tiempos

Según mi padre la terminal aérea siempre estaba a reventar no por los viajeros, que eran los mismos cuatro gatos de siempre, sino por la cantidad de curiosos que se congregaban ante la salida de cualquier vuelo. Desde los balcones la multitud seguía en vivo y en directo el desfile de los ricachones que caminaban lenta y elegantemente hacia el avión de la PanAm mientras por la megafonía se anunciaba el nombre y destino del viajero para no dejar ninguna duda sobre quien era realmente el afortunado. Entonces el avión iniciaba su ascenso y el público se dispersaba entre lamentos y suspiros, pensando en lo bueno que sería estar allá entre nubes, atendido por una angelical azafata. En definitiva, eran otros tiempos.
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