
lunes, 30 de junio de 2008
Las terrazas atacan de nuevo

domingo, 22 de junio de 2008
Abuela y cómplice

Como el resto de los adultos andaban muy liados, siempre acudía a ella para las preguntas realmente importantes, como por qué brilla el sol o por qué nacemos y morimos. Si tenía que dormir en su casa, me ponía loco de alegría, porque eso significaba que podríamos charlar hasta altas horas de la noche y que, probablemente, mientras me dormía me contaría alguna de sus historias de cuando el mundo "olía a nuevo", del abuelo que tuvo la osadía de morirse antes de conocer a la mayoría de sus nietos, o de su niñez cuando podía correr por el campo y subirse a los árboles. Solía decir que se dio cuenta que se estaba haciendo mayor el día en el que no pudo trepar más por los árboles, "¡Fue una pena porque era lo que más me gustaba del mundo!", se lamentaba.
Era mi pieza clave en el rompecabezas de la vida. Abuela y cómplice, cuando me vine a España no derramó una sola lágrima, me abrazó con fuerza y me dio un único consejo: «No mires atrás. Si las cosas te van bien allá, quédate: uno siempre debe estar donde mejor brille el sol"
Publicado en "Sí se puede"
domingo, 15 de junio de 2008
Mis maletas y el low cost

Cumplí 35 años, la edad y el boom low cost cayeron como un tsunami sobre mi equipaje llevándose cintas, libros y cualquier vestigio de una época dorada. Viajar dejó de ser esa experiencia inolvidable para convertirse en algo tedioso e incómodo, así que ahora la consigna es minimizar las molestias del vuelo, salir airoso de los numerosos controles a los que te someten antes de embarcar y sobrevivir a la “experiencia” de viajar. Así las cosas mi mochila de viaje se ha reducido a su mínima expresión, ha tenido que resignarse a cargar bocatas de chorizo y latas de refresco, periódicos -los libros pesan demasiado- y un botiquín en el que no pueden faltar antiácidos, aspirinas, pastillas para el asma y cuanto cosa haya para los achaques de un cuarentón.
martes, 10 de junio de 2008
Vida después de la vida

Decir que creo en la otra vida es quedarse corto porque, si de algo soy militante, es de la otra vida. Como decimos en Centroamérica, creo a lo bestia, tanto o más que los mayas, los egipcios y que algunas culturas orientales que enterraban a sus muertos con concubinas incluidas, por si acaso en la otra vida al pobre muerto le entraba un apretón y no encontraba ninguna alma caritativa que estuviera dispuesta a entregarse a los placeres terrenales.
Digamos que para mí la otra vida es un paraíso en el que todos tienen cabida y en el que cada uno vive, o mejor dicho ‘muere’, como le venga en gana, sin atavismos de ningún tipo y donde todos están divinamente. De eso tengo constancia porque como «en ocasiones veo muertos», los difuntitos de mi familiase me aparecen cada cierto tiempo en sueños para charlar y entretenerme un poco.
Para estar muertos se les ve fenomenal. Bronceados y con colorida ropa veraniega, tienen toda la pinta de estar de vacacaciones en cualquier hotel cinco estrellas. Hablar hablan hasta por los codos siempre -es lo que tiene estar muerto, que dan ganas de hablar- siempre y cuando no trate de sonsacarles nada sobre la vida después de la vida, en cuanto les pregunto algo sobre el tema simplemente se callan y me sonríen tierna y misteriosamente.
Digamos que para mí la otra vida es un paraíso en el que todos tienen cabida y en el que cada uno vive, o mejor dicho ‘muere’, como le venga en gana, sin atavismos de ningún tipo y donde todos están divinamente. De eso tengo constancia porque como «en ocasiones veo muertos», los difuntitos de mi familiase me aparecen cada cierto tiempo en sueños para charlar y entretenerme un poco.
Para estar muertos se les ve fenomenal. Bronceados y con colorida ropa veraniega, tienen toda la pinta de estar de vacacaciones en cualquier hotel cinco estrellas. Hablar hablan hasta por los codos siempre -es lo que tiene estar muerto, que dan ganas de hablar- siempre y cuando no trate de sonsacarles nada sobre la vida después de la vida, en cuanto les pregunto algo sobre el tema simplemente se callan y me sonríen tierna y misteriosamente.
Publicado en Sí se puede
domingo, 1 de junio de 2008
Inmune a la fama

Pasé noches enteras pensando en qué cosas preocupan a los futuros famosos, del tipo cómo firmar autógrafos (y si hay que firmarlos todos), qué hacer cuando te reconocen, qué decir en los homenajes y cómo saludar por las calles. En este último punto estaba indeciso entre saludar a las multitudes moviendo graciosamente la mano, como Doña Sofía, o hacerlo como los boxeadores, levantando los brazos en rotundo gesto de victoria. Por fin llegó tan ansiado día, salió mi foto, me felicitaron mis amigos y pasé días esperando a que alguien me reconociera por la calle, pero nada de nada. Fui famoso, pero nadie se dio cuenta.
Publicado en "Sí se puede"
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