Nada amarga más que el buen humor

“¡Divertidísimo! ¡Hilarante! ¡Disparatado!” No, no se referían a una comedia de Mel Brooks, eran algunas de las cosas que la gente me soltaba cuando contaba a lo que me dedicaba, sin lugar a dudas tenía el trabajo más feliz de España y el resto del mundo pero no me sentía ni lejanamente feliz. Tanto buen humor, tanta felicidad, tanto buen rollito tanto de tanto que al final yo, optimista contumaz y hombre de risa fácil terminé con el alma en pena, totalmente deprimido como chico de pompas fúnebres. Ahí descubrí que el buen humor no solo amarga sino que enferma porque al poco tiempo acabé en el hospital. Los médicos me sometieron a mil pruebas y ninguno pudo diagnosticar nunca el origen de mis males pero yo sí…exceso de felicidad.
Comentarios