La vida a dos manos

Su historia de amor es simple: ella, dependienta de farmacia que todos los días pasa a toda prisa por el Cuerpo de Bomberos. Él, joven bombero que la mira embelesado y piensa que es la chica más guapa del mundo y que hay que invitarla a salir. Ella que se resiste durante meses y huye por la puerta trasera cada vez llega el “gordo” con flores a esperarla a la salida del trabajo. “Es que era un pesado, insistía demasiado”, dice mi madre con una sonrisa de coqueta adolescente. “Y menos mal que lo hice”, le responde mi padre con aire triunfador. Ella se da por vencida, acepta esa primera cita y así inician esa vida a dos manos, como decía el maestro Benedetti, que los ha llevado por encuentros y desencuentros, por enfermedades, abundancia (casi nunca), problemas económicos (casi siempre), triunfos y fracasos.
¿Quién iba a decir que iban a llegar tan lejos? Pienso cada vez que los veo caminar de la mano cada vez más lentamente. Me gusta caminar detrás de ellos, saber que soy parte de su historia…
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