jueves, 21 de julio de 2022

Los muchachos

1958 fue un gran año para aquellos chicos. Con 17 años recién cumplidos terminaban la segundaria e iniciaban su vida en el mundo de adultos, los más pudientes se irían a estudiar a Estados Unidos, o México -que en ese entonces era lo más “Inn”- y regresarían cinco años después hechos unos profesionales, listos para brillar en los círculos más selectos de la sociedad josefina. Sin embargo, a la gran mayoría no le quedaba más remedio que hacer algunos cursos de contabilidad, taquigrafía y mecanografía en alguna de las escuelas de comercio que estaban tan de moda, y lanzarse de lleno a la vida laboral, entre ésos estaba mi viejo.

En ese año esos muchachos prometieron ser amigos para siempre, mantener el contacto y, pasara lo que pasara, verse al menos una vez al año para celebrar que habían tenido la gran suerte de conocerse. Cumplieron su palabra, nunca se separaron y jamás dejaron de pasarla en grande cuando se veían como atestiguan las fotos de esos encuentros que registran cada uno de esos momentos, cada vez más canosos y barrigones pero siempre felices de verse.

En el 2008 celebraron a lo grande los cincuenta años de graduación, la fiesta de los “Sobrevivientes” como la llamaron, según mi padre fue el fiestón de la vida: comilona, traguitos y hasta entrega de diplomas y trofeos; no todos los días se celebran cinco décadas de haberse graduado del colegio y mucho menos de ser amigos que nunca dejaron de compartir sus vidas.

Poco a poco aquellos muchachos empezaron a despedirse de este mundo, cada vez eran menos en las reuniones o los que participaban en las tertulias vía email. Desconozco si queda alguien que siga enviando emails semanales contando las últimas novedades de esos muchachos pero lo que sé es que fueron grandes, fueron felices…como testigo de esa época dorada en la que la vida era promesa e ilusión queda ese trofeo que mi padre colocó en lugar de honor en su oficina.
Sigue donde mi viejo lo dejó, como recuerdo de esa amistad que sobrevivió a todo, como homenaje a la vida.

miércoles, 13 de julio de 2022

El último verano

 

Ese verano mi hermana anunció que había reservado una habitación de hotel y que nos iríamos a recorrer las playas del litoral Pacífico de Costa Rica. Mis viejos estaban pletóricos porque tenían mucho de no salir y porque yo los acompañaría, tenían dos años de no verme que en una época en la que las videollamadas eran ciencia ficción significaba toda una eternidad. 

En aquel viaje mi madre pasó cantándome la canción “Corazón contento” mientras emocionada me tomaba de la mano porque decía que era un sueño volver a verme, hacía dos años me había ido a estudiar a España y ella desde el primer momento supo que no volvería nunca más, ese viaje sorpresivo le había cambiado la vida. Estaba tan encantada que a la primera parada se compró un sombrero rosa solo para celebrar.

Por última vez volvimos a dormir los cinco en una habitación cómo cuando éramos niños, volvimos con las discusiones eternas de quien se dejaba la cama mejor situada o quien sería el primero en ducharse tras un día en la playa. Volvimos a ser los de antes.

Fue la última vez que vi a mi padre nadar. Era el mejor nadador del mundo, se zambullía en medio de las olas para aparecer unos minutos después mar adentro, saludándonos. De pequeño cada vez que él hacía eso yo solía pararme a verlo, a esperar que apareciera y cuando lo hacía yo respiraba tranquilo y volvía a mis castillos de arena. Por última vez lo vi nadar.

Miramos juntos la puesta de sol, por última vez.

Cuando pienso en esos momentos y que mis viejos ya no están, siento que como homenaje debería comprometerme a vivir más el aquí y el ahora porque la vida se nos escurre como arena en las manos. El pasado ya está lejos, el futuro es incierto, lo único que tenemos es este momento presente, esta familia, estos amigos, este lugar, esta cotidianidad…muchas de las que que estamos viviendo, las estamos viviendo por última vez

Tú querías que te dejara de querer…

  Hace pocos días me soñé con una ex pareja a la que quise mucho, le habría dado mi vida pero como la estaba usando –y la sigo usando (hasta...