sábado, 28 de agosto de 2021

Good night my angel



Contaba Billy Joel que allá por los ochenta escribió esta canción como respuesta a su hija pequeña que días antes le había preguntado a dónde se iba la gente cuando se moría, en ese momento no supo que decir pero a los días fue encontrando las palabras en forma de una canción de cuna, que entre otras cosas dice:

“Buenas noches mi angel, es hora de dormir
tranquila, hay muchas cosas que quiero decirte…
recuerdo todas las canciones que cantabas para mi
cuando navegábamos en una bahía esmeralda
y como un barco a la orilla del oceáno
te mezo para que duermas
el agua es oscura y profunda dentro de este viejo corazón,
pero siempre serás parte de mi”

La oí por primera vez hace unos meses y fue inevitable que pensara en mi vieja, en lo mucho que me habría gustado tomarle de la mano y cantarle esa canción para ahuyentar sus miedos, para que pensara en un mundo lleno de luz donde solo existe la felicidad. 

Me habría gustado hacerlo como ella me acunaba de niño, solo que lo hacía con boleros…a lo mejor como una forma de que la recordara más fácilmente como me ha pasado en este primer año de ausencia: en cada bolero que escucho se cuela ella, su sonrisa, su mirada y ese “mañana será otro día”, que nos decía cuando estábamos tristes.

Me habría gustado besarla en la frente y decirle:
Buenas noches mi ángel, duerme tranquila, que nosotros estamos y estaremos bien.

Pincha aquí para escuchar la canción

A mi madre en el primer año de su partida.





martes, 17 de agosto de 2021

El niño y la estrella

El otro día leí que te moriste.
En un minuto la noticia daba cuenta de cómo habías recibido los disparos y como tu coche quedó en una cuneta, todo por un ajuste de cuentas. Dos minutos de lectura para resumir toda una vida. Leí la noticia con tristeza y con incredulidad, la misma que mantuve a lo largo de tu corta vida cuando me contaban de tus andanzas por el bajo mundo, me costaba trabajo entender que me hablaban de la misma persona porque para mi siempre fuiste mi querido niño, mi pequeño y adorable primo, que nos hacía reír a todos con sus ocurrencias, que no paraba de repetir besos a diestra y siniestra, que me levantaba los bracitos para que lo cargara cuando salíamos a caminar, el que por las noches -cuando me quedaba a dormir en su casa- me pedía con insistencia que le contara el cuento del Niño y La Estrella, y yo te la contaba una y otra vez mientras ibas cerrando tus ojitos. 

La historia la había leído en algún lugar y a ti te encantaba, iba de un pueblo de esquimales que en mitad del oscuro invierno, lograron cazar una estrella. Felices la colgaron en mitad de la plaza y celebraron la suerte de tener un cuerpo celeste solo para ellos, para calentarse y alumbrarse por la noche, todos celebraron el milagro menos uno, un niño que podía sentir la tristeza de la estrella por estar en un mundo donde no pertenecía cómo el mismo a veces sentía. Las estrellas pertenecen a la transparencia del firmamento y no a la indómita tierra, menos cuando está cubierta de nieve. Una madrugada el niño se levantó mientras la aldea entera dormía y a toda prisa desató la estrella...pero no quiso soltarla totalmente, con fuerza cogió la cuerda no para retenerla sino para fugarse con ella. La estrella de inmediato comprendió lo que el niño quería y poco a poco, con su nuevo amigo, la estrella se fue elevando hasta perderse y nunca regresar al cruel invierno. 

En estos días he pensado que a lo mejor, ese niño, eras tú. 

En memoria de Esteban 

¡Pobre don Edgar!

Durante muchos años a la persona que más lástima le tuve fue a don Edgar, mi profesor de música durante la Primaria. No sé por qué me daba t...