sábado, 22 de mayo de 2021
Maldita Primavera
jueves, 20 de mayo de 2021
La fuerza del perdón
Una hora después estaba tocando a mi puerta para pedirme perdón y decirme que no había sido su intensión burlarse de mi, solo divertirse un poco, que se sentía muy apenado y que jamás lo volvería a hacer. Sobra decir que cinco minutos después estábamos jugando felices en la acera de casa como si nada hubiese pasado y negociando, como siempre lo hacíamos, que juguetes íbamos a intercambiar. Todo un chollo porque él tenía muchos juguetes que a mi me volvían loco, como un marciano verde en su nave espacial que acabó en mis manos como "ofrenda" de paz.
Fue así como ese día de 1974 fue la primera vez en mi vida -y creo que de las únicas o la única - en las que alguien me pidió perdón. Sin quererlo mi amigo me estaba dando una lección de vida, lejos de humillarse al pedirme perdón me había demostrado la grandeza de quienes son capaces de reconocer sus errores y quieren enmendarlos. Algo que tendríamos que tener más presente en esta época en donde andamos todos muy empoderados, pensando en que la creación entera nos lo debe todo y nosotros nada.
A la memoria de Arturo "Tutti" Morales, muerto por COVID el 19 de mayo del 2021.
viernes, 14 de mayo de 2021
Celebrar la vida
Que la vida nos asesta golpes de los que cuesta levantarnos, más que evidente.
Que tarde o temprano los problemas, la enfermedad y la muerte tocarán nuestra puerta, es una certeza absoluta.
A veces es todo tan triste que, al menos para distraernos, deberíamos volcarnos más en las pequeñas cosas buenas cosas que nos pasan y celebrarlo.
¿Que nos ascendieron en la oficina? ¿Que por fin pudimos cambiar de coche?¿Que con mil sacrificios nos compramos una casa? ¿Qué nos fuimos de vacaciones? ¿Qué nos dieron de alta después de una larga convalecencia? ¿Que el chiquillo de la casa aprobó el bachillerato? ¿Que cumplimos años y nos estamos volviendo cada vez más viejos? Todo, absolutamente todo habría que celebrarlo. Celebrar es un acuse de recibo que le hacemos a la Vida, le decimos que entendemos la suerte que tuvimos al conseguir lo que buscábamos, que estamos más que agradecidos y dispuestos a seguir recibiendo cosas buenas.
Ya vendrán tiempos grises.
Hoy festejemos las pequeñas victorias.
¡Salud!
miércoles, 12 de mayo de 2021
El primer beso
Ese día ella decidió que tenía que darme un beso. Teníamos once años, una edad más que suficiente para, aprovechando mi visita, intentarlo. Después de todo nos conocíamos desde chiquitos y mientras viví en la casa de al lado nos pasámos tardes enteras subidos en un árbol cantando y hablando de todo lo habido y por haber, la afinidad estaba más que comprobada. Así que sin más preámbulo mientras jugábamos en el patio decidió estamparme sin éxito un beso que no pudo ser porque me puse a correr alrededor de la tienda de campaña que habíamos instalado diciéndole que no, que yo no estaba para cochinadas de adulto. Quiso la suerte que por agitarme me entrara un ataque de asma y tuviera que parar...en un instante me estampó un beso en la mejilla y me tomó de la mano. "¡Qué bien, ahora somos novios!". Aquello fue debut y despedida porque a las cinco de la tarde en punto tenía que regresar a la casa de mi abuela, así que de la mano me fue a dejar a la parada y mientras el bus se alejaba no dejábamos de tirarnos besos y de agitar nuestras manos diciendo adiós. Total que fuimos novios una hora porque nunca más la volví a ver, de repente la vida se complicó y aquel primer beso de amor se convirtió en uno de despedida.
lunes, 10 de mayo de 2021
Las amigas de mi madre
Se llamaban Maureen, Lidiette, Elsie, Delia, Marielos, Argelis, Ani, Marta y todas tenían en común que eran amigas de mi madre. Algunas no se concieron entre ellas pero mi vieja siempre se alegraba de verlas, de que irrumpieran en su rutina para tomarse un cafecito y contar las últimas novedades del barrio. Si coincidían más de dos en la casa, se armaba una especie de mini fiesta en la que historias de pequeñas tragedias familiares se entremezclaban con chistes picantes, intercambios de recetas, consejos para las plantas y por supuesto, con la degustación de algún licorcito que alguna hubiese traído de casa. A mi me encantaban porque hacían reír a mi vieja y cuando ella reía se reía la vida y yo me ponía contento pensando en que valía la pena hacerse adulto si a pesar del montón de problemas que muchas de ellas tenían -había visto llorar a alguna más de una vez- había un rinconcito para alegría, para la esperanza.
¡Pobre don Edgar!
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