jueves, 12 de marzo de 2009

Cría fama...

La vez que le dije a mi abuela que había venido al mundo para sufrir pasó riéndose por lo menos hora y mientras las lágrimas se le saltaban me decía “¿Cómo que usted sufre? ¡Que ocurrencias!”. ¡Cachondeo absoluto frente a la confesión del nieto!, algo normal en mi familia donde todos están convencidos de que tengo vocación de bufón y entre tíos, primos segundos, terceros y cuartos existe la leyenda negra de que me paso la vida en una pura carcajada.

La culpa de todo la tiene el niño que fui, que desde que aprendió a caminar se acostumbró a hacer el payaso por divertir a los adultos y que a los cuatro años era una máquina imparable de contar chistes. Lo hacía con un desparpajo y una naturalidad que, según dicen, asombraba a todo el mundo sobre todo porque en mi amplio repertorio tenía desde los típicos inocentes chistes de crío hasta algunos bastantes subidos de tono que había escuchado en la calle. Estoy convencido de que durante mucho tiempo mis padres estaban horrorizados pensando en que me convertiría en el típico “showman” cutre que se gana la vida contando anécdotas en las fiestas de pueblo.

Y aunque queda poco de ese gracioso niño regordete, está visto que no he podido librarme de esa fama. Todo este viene a cuento porque como en estos días estoy un poco amargado, he llegado a la conclusión que uno, independiente de la fama de payaso que pueda tener, debería tener el derecho a no morir vulgarmente sino a ascender al cielo, como los profetas de antaño, entre vítores y aplausos, los olés de todo el mundo y alguna que otra carcajada, que uno se merece un final bíblico y estruendoso.



lunes, 2 de marzo de 2009

Facebookseando

Desde que descubrí Facebook estoy que me salgo. Por fin, por fin puedo cotillear en la vida de mis amigos sin tener que hacer preguntas indiscretas y ningún esfuerzo más que un simple clik. En un pis pas tengo acceso a la vida y milagros de mis amigos, y de mis no-amigos, puedo saber si se han cansado, si son felices si tienen una vida tan prometedora como la que decían, si tienen problemas conyugales...todo de todo. Vamos la maravilla de las maravillas.

Como si fuera poco puedo ver sus amistades porque eso de "dime con quien andas y te iré quien eres" es una verdad como la catedral de Burgos y así puedo deducir algunas cosas de su personalidad que no me han querido decir pero yo, que soy listo como el que más, he descubierto. En fin que es el invento que soñaron todas las marujas y marujos del mundo, sería perfecto sino fuera porque tambien mis amigos y no amigos se están enterando de todo lo que hago y deshago. Y eso la verdad mola menos.

¡Pobre don Edgar!

Durante muchos años a la persona que más lástima le tuve fue a don Edgar, mi profesor de música durante la Primaria. No sé por qué me daba t...