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El Lai Fhuc

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Puede que nunca saliera en la Guía Michelin y que solo fuera conocido por la gente del barrio pero durante una época para mí fue el mejor restaurante del mundo. Comencé yendo con mi pareja de aquel entonces -como no había mucho dinero en casa era la opción perfecta para las noches de domingo y sentir al menos, que ese fin de semana nos habíamos permitido el “lujo” de cenar fuera- y acabó convirtiéndose en una extensión de la sala de casa a la que llevaba amigos y familiares para celebrar pequeñas victorias o animar los días grises del invierno. Aparte de tener un árbol de escayola en el centro del comedor – nunca supe si por alguna superstición o porque alguien pensó que le daba un aire chic al lugar- no tenía nada que lo hiciera especial salvo que los dueños se esmeraban tanto en atenderte que conmovían: tenían las mesas puestas con primor, solemnemente te daban a probar el vino de mesa como si fuese un Vega Sicilia, esperaban con paciencia a que estudiaras el menú y sonreían co